Por el otro lado, el optimismo ronda más a los panameños (con un 46%) y los oficios domésticos, al igual que las conversaciones con la familia, son las actividades que más se referencian para mejorar el estado de ánimo en toda la región. En la búsqueda de herramientas para pasarla mejor, los mexicanos son los que más se ejercitan y los colombianos los que más leen, mientras los puertorriqueños y los ecuatorianos son más dados a la meditación y la oración que el resto del continente.
Sandra Herrera, psicóloga clínica, afirma que le llama la atención que el 46% de los encuestados considere que su situación es buena o muy buena y que solo 9% se ubique en un extremo negativo, en razón a que esta situación se puede modificar rápidamente al tenor de la evolución de la pandemia.
Y es que, en este aspecto, Colombia presenta indicadores superiores al promedio con un 67% de la población que califica su condición personal como buena y muy buena, en contraste con Venezuela y Brasil que son los más deficitarios en la escala del optimismo.
Estos resultados, según la antropóloga Edith Fernández, tienen alguna lógica al relacionarlos con las condiciones sociales y económicas previas a la pandemia. Queda claro que una percepción de seguridad en términos de ingresos, trabajo y protección social brinda mayor soporte a la hora de enfrentar momentos críticos, remata.
Sin embargo, el psiquiatra Córdoba sostiene que también hay un grado alto de aceptación de la realidad, al ver que el 90% de los encuestados aplazó componentes que consideraban importantes para su vida con la esperanza de realizarlos en poco tiempo. Puerto Rico, por ejemplo, tiene los porcentajes más altos con un 78% de aplazamientos, principalmente viajes y estudio, a la par que los venezolanos postergaron emprendimientos y el éxodo.
De cara al virus
El 96% de los latinoamericanos manifestó no haberse practicado prueba alguna para detectar el coronavirus, 4 de cada 10 admitió haber tenido cerca un caso positivo; una relación que se aumenta en el Brasil, país en el que la mayoría dice tener conocimiento de alguien afectado.
Pero más allá de eso, tres de cada 10 encuestados manifiestan que se encontraban haciendo algún tipo de estudios que obligó al 70% de ellos a continuarlos a través de plataformas virtuales, lo que permite evidenciar que el sector educativo en el continente es uno de los más afectados por la pandemia.
Y, en este contexto, Colombia y Costa Rica son los que evidencian mayor continuidad en los procesos de formación por vía virtual, con un 79%, a pesar de tener promedios muy bajos de su población estudiando (17% y 24%).
La antropóloga Fernández explica que estos porcentajes están relacionados con poblaciones jóvenes que, si bien pueden interpretarse como una minoría dentro de la población general, lo cierto es que la pandemia ha desnudado graves problemas en la cantidad y la calidad de la educación que reciben los latinoamericanos.
Frente al tema de la calidad, el 66% la califica como buena. Colombia tiene el mayor promedio mientras que Brasil es el que la evalúa de la peor forma con un 15% que la reprueba.
Y si bien la educación está relacionada con las perspectivas de futuro, casi la mitad de los latinoamericanos se declaró preocupado bajo la concepción que después de la pandemia nada será igual, con Brasil a la cabeza en esta tónica, en contraste con Uruguay y Costa Rica, donde la mayoría de los pobladores confían en el futuro.
Mirada a los gobiernos
Solo el 31% de los latinoamericanos cree que el manejo que sus gobiernos le han dado a la crisis es mejor que la de otros países, mientras que cerca de la mitad asegura que es peor. Y en este sentido, solo 11% declara que la información oficial de la pandemia es confiable y el 20% expresa una desconfianza total por estas fuentes.
El 36% de los encuestados considera que los gobiernos han sido buenos o muy buenos al mirar las medidas locales y el 21% los descalifica completamente. Al mirar esto en el plano particular, Costa Rica y Colombia son los que califican mejor las acciones de sus mandatarios, mientras que los venezolanos en un 40% las rechazan completamente.
Con respecto a las fuerzas del orden, tienen buena percepción en el 45% de los entrevistados y el 17% considera sus acciones absolutamente negativas. El papel de la Iglesia en la pandemia fue valorado favorablemente solo por uno de cada cuatro personas, mientras que el 30% la desaprueba. Por el lado de los sistemas de salud, los mejor calificados son los de Costa Rica, Uruguay y Panamá y el peor, el de Venezuela.
Pedro Cifuentes, administrador y analista, considera que estas cifras demuestran la fragilidad de la credibilidad institucional por parte de la población, algo sensiblemente significativo en momentos en que el manejo de la pandemia depende de las estructuras oficiales.
Trabajo y consumo
La encuesta demuestra que el 41% de los analizados mantiene las condiciones laborales previasa la pandemia y casi la mitad de ellos se ha adaptado a la modalidad de teletrabajo, lo que le garantiza a más de la mitad ingresos fijos, que son la principal fuente monetaria de la mayoría de ellos.
El resto de la población manifiesta disminuciones significativas en sus ingresos, lo que ha desencadenado, según la encuesta, en que el 70% de la población haya tenido que reducir sus gastos y más de la mitad acudir a los ahorros.
Llama la atención que a pesar de todo se mantienen los consumos, especialmente de artículos vitales, con un viraje importante hacia las compras en plataformas y aplicaciones virtuales, lo mismo que por domicilios.
Con todo esto, la gente considera que las marcas y los productos en los que cree deben permanecer vigentes y abogan para que continúen ofreciendo sus servicios, eso sí adaptándose a la situación y velando por los intereses colectivos.
Finalmente, es llamativo que los latinoamericanos consideren que las marcas se vuelven más útiles y relevantes si realizan actividades de responsabilidad social, ofrecen promociones y permiten flexibilidad en los pagos, al punto que 65% de los encuestados ve con buenos ojos que sigan haciendo publicidad en la pandemia.
Por Carlos Francisco Fernández R. / Médico editor de la Unidad de Salud de El Tiempo/GDA
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