Trabajo y entusiasmo: Desarmando el oxímoron

Trabajo y entusiasmo: Desarmando el oxímoron

 “El entusiasmo es una forma de valor social” (G. Rubin)

Las combinaciones de palabras dulzura amarga, fría calidez o urgente lentitud son ejemplos de oxímoron, una figura del lenguaje utilizada por los poetas que consiste en emplear vocablos de significado antagónico en una misma expresión.

 Trabajo agradable  no debería ser un oxímoron.  Sin embargo, a menudo nos encontramos con comentarios plagados de decepciones que dejan en evidencia una realidad muy distinta.

Más allá de la estabilidad o la remuneración justa, los colaboradores también aprecian desempeñarse en un entorno en el que exista:

-Buen clima organizacional

-Aceptación y respeto por las diferencias

-Modos saludables de resolver los problemas

-Coevaluación y retroalimentación inmediata

-Comunicación transparente

-Liderazgos compartidos

-Confianza recíproca

-Desafíos comunes

-Aprendizaje continuo

En especial, son valorados el reconocimiento y las oportunidades de desarrollo profesional.

Cuando los integrantes de una empresa se sienten emocionalmente satisfechos y motivados, la capacidad para afrontar adversidades se fortalece tanto en sí mismos como a nivel organizacional.

Participar en acciones solidarias, por ejemplo, acrecienta el espíritu de equipo y el sentido de pertenencia, constituyéndose en una de las estrategias que la gestión puede adoptar para que el desempeño laboral y el entusiasmo no se conviertan en oxímoron.

Por otra parte, contar con espacios para reflexionar acerca de la construcción del propio proyecto vital favorece, sin duda, no solo el bienestar psicológico de las personas sino también la resiliencia sociocomunitaria.

En este sentido, es interesante que desde el área de RSE se ofrezcan talleres en los que cada uno pueda reelaborar un proyecto de vida acorde con su vocación y emprender -dentro o fuera de la organización- actividades que lo apasionen.

El bienestar resultante redunda en: mayor compromiso, menor probabilidad de padecer burnout, descenso del ausentismo, mejor desempeño de su rol y un clima óptimo que inspira al resto del equipo, conformando un círculo virtuoso.

En los talleres de orientación vocacional con enfoque de resiliencia implementados en los últimos quince años he tenido la alegría de comprobar cuánta razón tenía Confucio cuando expresó “Si amas lo que haces, nunca será un trabajo”.

Por Lic. Silvia Gabriela Vázquez

Directora de la Cátedra de Responsabilidad Social Universitaria UdeMM

Sec. Académica Red Latinoamericana de Profesionales de la Orientación.

 

Silvia Gabriela Vazquez
Categorias: Opinión

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