En los últimos años, las estrategias medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) han ganado una relevancia significativa en la agenda global. La presión por un desarrollo sostenible y una mayor conciencia sobre el cambio climático, los derechos humanos y la igualdad social ha transformado la manera en que las empresas operan, desde sus prácticas internas hasta sus relaciones con stakeholders. Sin embargo, las políticas y los compromisos ambientales y sociales se han visto influenciados por cambios políticos, económicos y sociales, lo que ha provocado una serie de incertidumbres sobre el futuro de las iniciativas ESG en los próximos años.
De cara al 2025, las predicciones sobre las políticas y los compromisos en torno a ESG sugieren una transformación radical, con altibajos según la región y el contexto global. Mientras que algunos países intensificarán sus esfuerzos hacia un futuro más sostenible, otros podrían enfrentar retrocesos en sus políticas debido a presiones internas y cambios en el liderazgo. En este contexto, resulta crucial entender las principales tendencias y desafíos que marcarán el rumbo de la sostenibilidad y las metas ESG en 2025. Con base en el análisis de Tim Mohín, experto en sostenibilidad, te presentamos, a continuación, un poco del panorama que se vislumbra para 2025 en este ámbito.
Top 8 de predicciones ESG para 2025
1. Reversión de políticas climáticas en EE. UU.
Con la llegada de una administración liderada nuevamente por Donald Trump, se prevé una reversión significativa en las políticas climáticas implementadas por su predecesor Joe Biden. Esto incluiría la revocación de la prohibición sobre nuevas perforaciones petroleras en aguas federales y la salida del Acuerdo de París, lo que podría afectar negativamente los avances en la lucha contra el cambio climático. No obstante, la Ley de Reducción de la Inflación, que contiene ciertos elementos relacionados con el clima, podría sobrevivir parcialmente debido al apoyo republicano y la estrecha composición del Congreso.
Este retroceso a nivel federal podría ser contrarrestado por los estados, como Nueva York y California, que continúan promoviendo políticas climáticas progresivas, como impuestos a los combustibles fósiles y nuevas normativas de divulgación de riesgos climáticos. El impacto de estos cambios podría ser limitado a nivel federal, pero los estados seguirán siendo un motor clave para la acción climática en los próximos años.
2. Aumento de la acción climática por parte de los estados
Aunque a nivel federal se espera una desaceleración, los estados en EE. UU. están intensificando sus esfuerzos climáticos. Un ejemplo clave es el Superfondo climático de Nueva York, que busca que las empresas de combustibles fósiles paguen por los daños y la adaptación climática del estado. Además, California continúa impulsando políticas de información climática, que exigen que las empresas divulguen sus riesgos y emisiones climáticas, y otros estados siguen un camino similar. Este impulso regional podría ser crucial para contrarrestar la falta de acción a nivel federal.
A medida que los estados lideren el camino, se espera que la cooperación intergubernamental entre regiones como la UE, China y los países de América Latina también se intensifique. En particular, China, como mayor emisor de carbono, seguirá invirtiendo fuertemente en energías renovables y tecnología limpia, mientras que países de Europa también tomarán decisiones clave para avanzar en la agenda climática global.
3. Desafíos para las regulaciones ESG en la UE
La Unión Europea ha sido un referente en la promulgación de políticas ESG con su «Pacto Verde», pero para 2025, se anticipan posibles retrocesos debido a la presión económica interna y la posible relajación de sus regulaciones. El nuevo esquema de la regulación «ómnibus», que podría consolidar varias directivas sobre sostenibilidad, está siendo cuestionado por la falta de consenso político, con algunos países pidiendo retrasos o revisiones de las políticas. Esto podría generar incertidumbre y retrasar la implementación de nuevas normativas.
A pesar de estos obstáculos, la UE seguirá siendo un actor clave en la regulación de la sostenibilidad global. Las presiones internas pueden retrasar ciertos plazos, pero no detendrán completamente el movimiento hacia una economía más verde, especialmente cuando los mercados europeos continúan demandando empresas sostenibles y responsables.
4. Creciente polarización en torno a los criterios ESG
En los últimos años, los criterios ESG han sido objeto de una creciente reacción negativa, particularmente en EE. UU., donde varios grandes bancos han abandonado la Alianza Financiera de Glasgow. Esto ha sido alimentado por figuras políticas y empresariales que critican las iniciativas ESG como ideológicas o contraproducentes. Esta polarización se profundizará en ESG en 2025, lo que podría llevar a una mayor división entre empresas que adoptan los criterios ESG y aquellas que los rechazan.
Además, la crítica hacia los programas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) podría continuar. Empresas que adoptaron políticas de DEI podrían dar marcha atrás debido a presiones sociales o políticas, lo que podría tener efectos negativos sobre la equidad laboral y la inclusión en el ámbito corporativo. Este retroceso podría debilitar la efectividad de las iniciativas de ESG a nivel global, aunque las empresas que mantengan su compromiso seguirán liderando el camino.
5. Silencio verde y sostenibilidad estratégica
Un fenómeno creciente será el «silencio verde», donde las empresas adoptarán políticas sostenibles sin hacer demasiada publicidad al respecto. Ante la creciente polarización, muchas empresas optarán por avanzar en sus objetivos de sostenibilidad sin atraer demasiada atención mediática. Esta tendencia podría extenderse a otras áreas de ESG, en las que las compañías busquen integrar la sostenibilidad dentro de su estrategia financiera y de cumplimiento, pero sin exponer sus acciones a controversias.
Este enfoque podría hacer que los líderes empresariales se concentren más en mostrar resultados concretos que en generar declaraciones públicas sobre sus esfuerzos sostenibles. A medida que las expectativas de los inversores se vuelvan más altas, las empresas necesitarán demostrar el retorno sobre la inversión (ROI) en sus iniciativas ESG en 2025, lo que llevará a una integración más profunda de la sostenibilidad en los negocios.
6. Litigios climáticos en aumento
Se espera que el número de litigios climáticos aumente significativamente en 2025. En 2024, se sentaron precedentes con casos legales contra empresas de petróleo y gas por inacción climática y prácticas de lavado verde. En 2025, se anticipa que más compañías enfrentarán demandas por su impacto ambiental. La Corte Internacional de Justicia también podría emitir su primera decisión sobre si los países tienen la obligación de abordar el cambio climático, lo que podría sentar un precedente importante para futuras disputas legales.
Estos litigios podrían tener un efecto disuasorio en las empresas que continúan operando sin adoptar prácticas sostenibles. Los costos de no actuar ante el cambio climático podrían aumentar, lo que obligaría a las compañías a adoptar políticas más rigurosas para mitigar su huella ambiental y evitar enfrentamientos legales.
7. Esperanza en tratados internacionales de clima y biodiversidad
A pesar de los fracasos recientes en las negociaciones internacionales, hay expectativas de que en 2025 se logren acuerdos importantes en torno al cambio climático, los plásticos y la biodiversidad. La COP30, que se celebrará en Brasil, será una oportunidad clave para lograr avances en estos temas. Aunque la falta de liderazgo de Estados Unidos podría obstaculizar algunos esfuerzos, los países comprometidos con el Acuerdo Climático de París seguirán trabajando para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Además, las negociaciones sobre biodiversidad y plásticos continuarán en ESG en 2025, y se espera que algunos acuerdos cruciales sean alcanzados para abordar los impactos negativos de la industrialización y el consumo masivo en los ecosistemas globales. Estos tratados podrían representar un paso importante hacia la globalización de los esfuerzos para reducir el impacto ambiental.
8. El calentamiento global y los costos climáticos seguirán aumentando
Se espera que 2025 sea uno de los años más calurosos de la historia, con un aumento de desastres naturales relacionados con el cambio climático, como incendios forestales, tormentas y olas de calor. Los costos derivados de estos eventos extremos seguirán aumentando, con el impacto económico de fenómenos meteorológicos extremos alcanzando el 2% del PIB en EE. UU. en 2024. Esto subraya la necesidad urgente de una acción climática más contundente.
Los costos climáticos, tanto para los gobiernos como para las empresas, continuarán siendo una preocupación clave. La creciente frecuencia e intensidad de los desastres naturales obligará a las naciones y empresas a invertir más en adaptación y resiliencia, lo que pondrá presión sobre los presupuestos públicos y privados.
Sostenibilidad: una cuestión de rentabilidad a largo plazo
Las anteriores predicciones muestran un panorama mixto para las políticas ESG, con avances significativos en algunas áreas y retrocesos en otras. Si bien algunos países, como China y varios estados de EE. UU., seguirán liderando el camino en la transición energética y las políticas sostenibles, la reacción negativa en países clave como Estados Unidos podría socavar parte del progreso logrado hasta ahora. La creciente polarización en torno a los criterios ESG y las políticas medioambientales también podría ralentizar los avances en la equidad social y la sostenibilidad a nivel corporativo.
Para garantizar que los esfuerzos en sostenibilidad y metas sociales y ambientales no se vean interrumpidos, es crucial que las empresas y los gobiernos continúen enfocándose en la integración de políticas ESG en 2025 en sus estrategias a largo plazo. En lugar de centrarse en la política a corto plazo, la comunidad empresarial debe entender que la sostenibilidad no solo es beneficiosa para el planeta, sino también para la rentabilidad a largo plazo. La resiliencia empresarial en 2025 dependerá de la capacidad de adaptarse a los cambios climáticos y económicos, mientras se mantiene el compromiso con las metas ambientales y sociales.
Además, la cooperación internacional será esencial para avanzar en la sostenibilidad global. Aunque los desafíos son grandes, las organizaciones globales deben seguir trabajando juntas para establecer regulaciones y acuerdos que favorezcan un futuro más verde. La transición hacia un futuro sostenible dependerá de las decisiones que tomemos ahora, tanto a nivel empresarial como gubernamental.
Fuente: https://www.expoknews.com/