Derechos de los indígenas y financiación: estas son las luces y las sombras de la COP 16 en Colombia para la biodiversidad
«¡Histórico!», gritó Susana Muhamad, ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible y presidenta de la COP 16 en Cali, Colombia, en referencia a un acuerdo al que se llegó para reconocer el papel de las tribus indígenas como guardianes de la naturaleza y su conocimiento. Desde la protección de la biodiversidad en altamar hasta los acuerdos de los países, las expectativas eran altas.
El Artículo 8 del Convenio sobre la Diversidad Biológica habla del respeto y conservación de las prácticas de las tribus locales que engloban los estilos de vida tradicionales en relación con la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica.
El nuevo acuerdo se compromete a la creación de un órgano que garantice el derecho a esas prácticas, el reconocimiento oficial de los pueblos afrodescendientes como custodios de la naturaleza y un programa de trabajo para estas comunidades hasta el 2030.
Pero ese documento también pide alentar la distribución equitativa de los beneficios derivados de la utilización de dichos conocimiento, innovaciones y prácticas. Esto significa que se reconozca el valor del material genético que hay en la naturaleza, que se usa continuamente en medicina o alimentación, y que se le dé un valor económico.
A lo largo de la cumbre se ha discutido el acceso y distribución de los beneficios de recursos genéticos y secuencias digitales y, de hecho, Muhamad destacó que se trata de «uno de los temas menos discutidos y socializados», pero que es «absolutamente estratégico en las economías del siglo XXI».
El mayor reto del debate de los recursos genéticos en la COP 16 es el de las compensaciones por su uso. Por eso, dice el acuerdo final, es necesario construir un proceso «intercultural, multidisciplinario e intergeneracional». Así se espera que lleguen a acuerdos consensuados.
Gestión de la biodiversidad
España también ha estado presente en la cumbre. El secretario de Estado de Medio Ambiente español, Hugo Morán, cree en la necesidad de una hoja de ruta que garantice esos recursos. En ese sentido, recordó que España fue el primer país en incorporar una estructura de planificación de gestión de la biodiversidad.
Para él, los compromisos frente al cambio climático deben ser «asumidos colectivamente» porque «nadie se salva aisladamente y nadie puede quedar liberado de su cuota de responsabilidad».
Morán recuerda que «las políticas verdes no solo son responden a necesidades de preservación de calidad de vida», sino que, en términos económicos, «la política más rentable es la que va dirigida a la activación de iniciativas verdes en el conjunto del planeta».
Pero la cuestión de la financiación y quién debe hacerse cargo de los gastos es lo que se atraganta en las negociaciones. Es necesario saber qué países u organizaciones garantizarán los recursos y cómo se canalizarán.
Sesión maratoniana
El debate económico siempre es el que más discrepancias pone sobre la mesa. Por ello, las negociaciones finales duraron casi 24 horas, y la COP16 cerró con una sensación final de desengaño por las expectativas que había generado.
«Los gobiernos en Cali han presentado sus planes para proteger la naturaleza, pero no han sido capaces de llegar a acuerdos para movilizar el dinero para hacer efectiva esta protección. La financiación de la biodiversidad sigue estancada tras una ensordecedora ausencia de promesas creíbles por parte de los gobiernos ricos y un lobby empresarial sin precedentes», lamentó Celia Ojeda, responsable de Biodiversidad de Greenpeace.
Ojeda añadió: «En España somos testigos de primera mano de que la naturaleza se está colapsando con los terribles acontecimientos que la DANA ha provocado en Valencia y las personas no deberían seguir pagando el precio de esta destrucción».
La maratoniana sesión hizo que muchos delegados abandonaran la plenaria en la mañana de este sábado, 2 de noviembre, dejando el acuerdo sin la unanimidad necesaria para tomar decisiones de calado y provocando un final atípico de una cumbre. Ahora tendrán que esperar dos años, hasta que se celebre la próxima COP, en la República de Armenia en 2026, para volver a retomar el asunto.
Como María Jesús Rodríguez de Sancho, directora general de Biodiversidad, Bosques y Desertificación reconocía a ENCLAVE ODS | EL ESPAÑOL poco antes del fin de la conferencia, «mantener y restaurar los ecosistemas es esencial para garantizar que sigue teniendo un rol esencial para el bienestar social y económico».
El valor de los servicios ecosistémicos es difícilmente calculable en toda su extensión. Muchos estudios dicen que el coste de mantener una naturaleza sana se vería ampliamente compensado en términos de salud y bienestar. «Una naturaleza saludable impulsa nuestros sistemas de soporte vital, desde la producción de oxígeno y la polinización hasta la provisión de agua potable y el mantenimiento de suelos saludables», dice Rodríguez de Sancho.
El mensaje ha quedado claro para los políticos que se reúnan en unas semanas (del 11 al 22 de noviembre) en Azerbaiyán en la COP del Clima sobre el compromiso de los países. Lamentablemente, aunque ese reconocimiento a los pueblos indígenas es necesario, aún queda lo más complicado.
Fuente: https://www.elespanol.com/
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