El Canal de Panamá y la RSE en la cadena de valor

El Canal de Panamá y la RSE en la cadena de valor

El Canal de Panamá no es solo una ruta verde con la que construimos una visión nacional y global basada en principios rectores del de desarrollo sostenible. En el análisis de la cadena de valor encontramos eslabones que raramente son perceptibles para la sociedad panameña, me refiero a la responsabilidad Social Empresarial como medio y fin en la gestión de una corporación. Conscientes del valor intangible de nuestra marca Canal de Panamá, la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) se torna cada vez más en un libro abierto al conocimiento y plataforma en la que construimos pensamiento estratégico capaz de sentir el latir del corazón de una gran nación como lo es Panamá. Por lo tanto la RSE significa llevar una vida transparente de cara a la sociedad, que no solo puede ser entendida como un acto racional e inteligente que se vive desde los aportes de profesionales que entregamos nuestro tiempo y competencias, es una acto de humildad con sentido humano, una mirada desde el otro, algo que se siente, razón de ser y estar en este mundo, propósito de vida; es donarse uno mismo.

El concepto mismo de Responsabilidad Social Empresarial resulta más fácil entenderlo desde la perspectiva de la iniciativa privada, pero desde un enfoque de Estado ¿cómo se visualiza que un funcionario sea socialmente responsable, si su deber ser está orientado a la entrega de servicios a la sociedad a la que se debe? La respuesta está en que RSE, es más que voluntariado per se; también es compromiso individual de vida contributiva, que se transforma en cultura de servicio y en un estilo de vida al hacer en todo momento, lo que mejor sabemos en favor de los demás.

Es posible que en algunos ecosistemas empresariales las iniciativas de RSE puedan ser calificadas de asistencialismo y activismo, pero nada más alejado de la realidad. En este sentido, 101 estudios cuantitativos basados en evidencia , acerca de empresas en las que se midió la reputación corporativa con base en la RSE y la influencia directa de su ventaja competitiva en la creación de valor, mostraron como resultado, vínculos con crecimiento financiero y mayor satisfacción de los clientes, proveedores e inversionistas, demostrando que son directamente proporcionales al nivel de responsabilidad social. La evidencia reduce el temor de algunas empresas que ven la RSE como un gasto. Ante tal afirmación, un estudio realizado en 2017 a 75 empresas, con reportes del GRI (Global Reporting Initiative), que abordaron la medición del desempeño social y sus parámetros, incluyendo prácticas laborales, derechos humanos, trabajo decente, responsabilidad del producto e impacto en la sociedad, mostraron una correlación positiva, significativa con el rendimiento del capital, asociando el desempeño social, con el rendimiento financiero (Lujie Chen, 2015), solo para citar algunos.

Así, la cultura empresarial y del Estado pueden iniciar un proceso transformador en el que los programas de RSE dejan de ser un gasto, para ser reconocidos como una inversión sostenibilidad con un retorno medible, que asegura una licencia social para operar en los espacios de incidencia en los que se desenvuelven corporaciones e instituciones diversas, echando por tierra el ya trasnochado concepto, que la responsabilidad social, va de la mano con el aumento de costos y disminución de la rentabilidad, nada más lejos de la realidad.

En este sentido, cabría preguntarnos ¿Qué significado tiene la RSE para una institución del Estado como lo es el Canal de Panamá? La RSE en el Canal de Panamá representa, un compromiso con sus accionistas, de una Ruta, que es de todos los panameños y panameñas, en el que asumimos como corporación el reto de la sostenibilidad del negocio, y que dentro de la cadena de valor, propone un liderazgo que conjuga crecimiento económico, conservación de la naturaleza y aseguramiento de la calidad ambiental en nuestras operaciones, con estricta observancia de medidas para un desarrollo limpio y reducción de emisiones de gases contaminantes.

La otra parte de la respuesta la podemos encontrar en una adecuada gestión del diálogo social con sus accionistas en todos los niveles, acerca de temas comunes que son relevantes para nuestros grupos de interés, en quienes formamos en el desarrollo de capacidades que promueven su participación informada y fomentan comunidades auto-gestionadas, ambientalmente resilientes y económicamente sostenibles; así, reducimos externalidades y aportamos significativamente a la Agenda 2030 y sus ODS.

Por Emilio Messina

Fuente: https://www.prensa.com/

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