Por Jorge Echeandia
Oficial de Gobierno Corporativo para América Latina y el Caribe
Corporación Financiera Internacional – IFC
Las buenas prácticas de Gobierno Corporativo van más allá de solo atender al directorio y los órganos de control. La forma ideal de internalizar estas prácticas está en convertirlas en piezas claves de la política y estrategia de la empresa; para lo cual sugerimos, lo siguiente:
1. Revisar nuestra misión. Recordemos cuál fue el propósito de nuestro negocio cuando lo iniciamos; qué tan permeables al cambio hemos sido, cuál es nuestra tarea hoy y, finalmente, si está alineada con los actuales requerimientos de nuestros stakeholders. En esta misión pensemos en el valor que le generamos al accionista, sin temer considerar con transparencia la rentabilidad que queremos lograr.
2. Plantearnos nuevas metas. Ahora que hemos alcanzado las metas que nos planteamos al iniciar el negocio, debemos volver a identificar lo que nos impulsa a seguir participando en la empresa y lo que motivará a todos nuestros colaboradores a que nos consideren su mejor alternativa de empleo y su gran impulso a desarrollar sus habilidades personales.
3. Definir una estructura sólida. En base a las características de nuestra empresa, tenemos que identificar las herramientas que realmente necesitamos para encaminarla correctamente. Preguntémonos si necesitamos contar con los puestos que tenemos; si hemos creado puestos innecesarios o si estamos ahorrando en algunos que necesitamos crear. Por ello, el reto está en identificar las necesidades reales de equipo de gestión, de toma de decisiones y de supervisión y control para que la empresa intente funcionar correctamente.
4. Establecer (revisar) políticas. Cada trabajador debe conocer sus roles y responsabilidades; debe saber cuáles son sus canales de supervisión y reporte. Todos, desde el presidente del directorio hasta el empleado recién contratado e inclusive el trabajador contratado mediante tercerización, deben tener muy claro los incentivos y sanciones que habrán como consecuencia de su desempeño.
5. Invitar a expertos independientes. Una práctica que trae efectos muy positivos a una empresa en maduración es la convocatoria de especialistas que no laboran ni son propietarios del negocio. Esa cuota de independencia de un director o asesor del comité de toma de decisiones o la gerencia general suma mucha experiencia. Una nueva forma de ver el negocio y el entorno sirve de árbitro para el debate previo a la toma de decisiones y en una empresa familiar.
6. Retomar el verdadero liderazgo. Iniciar un negocio requiere de muchas habilidades, siendo la primera de ellas la capacidad de tomar decisiones en momentos de crisis. En ese sentido, una vez que la empresa ha identificado un espacio para la toma de decisiones, como un directorio, un comité de gerencia o consultivo, el líder debe retomar su posición estratégica y guiar este órgano de alta dirección y cediendo así sus reemplazables funciones operativas por una tarea en la que realmente marca la diferencia.
Los líderes de los negocios son piezas fundamentales para sus empresas, pero también deben comprender que no son capaces de abordar todas las tareas principales. Necesitan delegar, ordenar y, finalmente, liberarse de la operación para poder convertirse en los principales autores del crecimiento de sus negocios.
Fuente: http://www.stakeholders.com.pe/
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