Lejos del greenwashing que da nombre a esta sección y que tuvo origen cuando un ecologista en 1986 consideró una pillería la petición de los hoteles a reutilizar toallas, por considerarla poco medioambiental y sólo ahorrativa en las facturas.

El nuevo turista pospandemia economiza recursos y dinero sin ecopostureo, sólo por el ecoplacer de viajar sin dejar huella. En concreto, este año se han vendido un 240% más de escapadas verdes y sostenibles que en 2020, señalan desde Weekendesk, plataforma de búsqueda de paquetes vacacionales.

Un turismo sostenible pone foco en lo medioambiental y lo social sin descuidar lo económico, con un cuaderno de ruta lleno de palabras nuevas: turismo sin huella, slow travel, conexión local o turismo naranja.

Este año se han vendido un 240% más de escapadas verdes y sostenibles que en 2020, segúnWeekendesk

La deslocalización de las grandes ciudades es otra de las características de este nuevo turismo. Según la plataforma Airbnb «sólo el 7% de las reservas del tercer trimestre de este año representa a las principales ciudades del mundo». Esto demuestra el perfil de un viajero que elige lugares en plena naturaleza y también impactar lo menos posible.

Iniciativas como #MiPuebloSinBasuraleza ponen en valor a los municipios que cuidan y mantienen su paraíso medioambiental y turismo potencial libre de basura. El turismo sin huella es el que reduce CO₂, huella hidráulica, contaminación lumínica y trabaja con proveedores respetuosos con el medio ambiente. Como bien explican en Weekendesk, el turismo sostenible «es uno de los grandes retos a día de hoy, y no es tarea fácil para los grandes destinos».

Como referente, en España tenemos un gran caso de éxito. En Matarraña encontramos una comarca con entidad propia en sostenibilidad, escondida en el bajo Aragón y que bien merece un artículo en profundidad. En su entorno natural de 900 Km2 crecen, desde la pandemia, establecimientos rehabilitados con encanto para uso turístico: fortalezas, conventos, almazaras o casas señoriales.

«Creemos que el futuro del turismo no está en los grandes hoteles, ni en el turismo de masas, sino en lugares especiales que ofrecen una experiencia única”, añade Óscar García, dueño del hotel Torre del Marqués. Este alojamiento es un ecoplacer de lujo con el sello Considerate Collection, el más exigente en sostenibilidad a nivel mundial.

Entre sus innovaciones cuenta con el reconociemiento de edificio biosostenible, que no dejará huella cuando sea demolido, y ha sido elegido entre los 40 mejores del mundo de arquitectura en tierra por el premio internacional Terra Fibra Award. Además, acaba de ganar el premio Terra Ibérica.

El nuevo turista también busca en el viaje una transformación y aprendizaje personal. Un turista slow del que se beneficia el planeta y que, más que una estancia, quiere herramientas y clases que le reseteen y sirvan para volver a casa habiendo aprendido a ser más saludable, comer mejor y tener buenos hábitos.

En el tercer trimestre de 2021, sólo el 7% de las reservas representa a las principales ciudades, afirma Airbnb

«Entre la oferta hay programas energéticos de yoga, meditación, terapias bioenergéticas y mentoring, donde la alimentación bío, completa el proceso de cambio” desvela Sonia Ferre fundadora del hotel Masqi Energy House. Para los más pequeños la tendencia está en buscar alojamientos con huerto y granja para aprender sobre los orígenes.

También crece el foco y la conexión local. Lo que podría llamarse almorzar con los paisanos se conoce como turismo naranja y promueve la participación en la cultura del lugar desarrollando actividades artísticas y creativas fuera de lo considerado convencional, ya sea a través de la gastronomía, las visitas, o una inmersión familiar.

Y es que el respeto por la cultura y a la población que se visita, es una de las marcas principales del ecoturismo. Pues como afirma Isabel Llorens, fundadora de Rusticae, cadena de hoteles sostenibles de España:“Cuando nuestro dinero va a parar directamente a las comunidades locales, ayudamos como viajeros a preservar entornos, culturas y zonas despobladas y patrimonio cultural.”

Por Ana de Santos Gilsanz

Fuente: https://www.elespanol.com/