La responsabilidad social empresarial (RSE) se ha vuelto un lugar común cuando se habla desde la perspectiva de la sustentabilidad o desde el mundo de la empresa perteneciente a un capitalismo light. Hoy la RSE se ha convertido en un concepto vacío de contenido filosófico para sustituirlo con certificaciones comerciales y pretenciosas, técnicas, índices y rankings que intentan posicionar a la empresa, y tal vez a los empresarios, en listados como pecadoras o como virtuosas de la generación de valor económico.
Hoy el planteamiento habría que hacerlo desde la perspectiva positiva de la generación de valor social (GVS). Ya no se trata de pensar “y ahora cuánto me costará certificarme con el ISO 26000” o con cualquier otra certificación para ser “socialmente responsable” y que la comunidad “no me vea feo o como despreciable empresa explotadora”. GVS es igual a utilidades sociales, mientras que RSE es igual a costos económicos, por lo menos en la mente del hombre de negocios.
A modo de ejemplo, la definición de RSE que da la ISO 26000 es la siguiente: la “responsabilidad de una organización ante los impactos que sus decisiones y actividades ocasionan en la sociedad y en el medio ambiente, mediante un comportamiento ético y transparente que contribuya al desarrollo sostenible, incluyendo la salud y el bienestar de la sociedad; tome en consideración las expectativas de las partes interesadas; cumpla con la legislación aplicable y sea coherente con la normativa internacional de comportamiento, y esté integrada en toda la organización y se lleve a la práctica en sus relaciones.”[1]
Mientras que la Comisión Europea dice sencillamente, es “la responsabilidad de las empresas por sus impactos sobre la sociedad.”[2]
Las dos definiciones en el fondo nos hablan de costos, de que las empresas tienen la responsabilidad y la obligación de vigilar sus impactos al entorno (cosa que es cierto), y nunca mencionan que la RSE comienza, por ejemplo, desde cómo manda la dirección general de la empresa a sus subalternos, de si los dueños del capital consideran a los empleados como personas o como simples engranajes de una maquinaria llamada empresa, o que si pagan salarios justos. Pero eso sólo es un aspecto del vaciamiento conceptual de la responsabilidad social. El otro, y tal vez más importante, es que la RSE está considerada en el fondo como un paquete de costos que hay que cumplir ineludiblemente en la nueva moda de los políticamente correctos para ser sustentables y “no explotadores” del entorno. Obviamente, esto es un acercamiento superficial del tema. Durante años se ha cometido el error de pensar que la RSE es algo que la empresa tiene que pagar como si fuera un impuesto para compensar el daño al entorno y a la ecología.
La propuesta es inversa. Ya no hablemos de RSE y de los costos que representan para cualquier empresa. Hablemos desde la perspectiva de la GVS, donde cómo todos mis procesos, políticas, acciones y procedimientos en la empresa generan valor social. De hecho la GVS nunca debería ser considerada como costo o como algo adicional a la gestión de negocios. No se trata necesariamente de pagar esos “impuestos compensatorios al entorno”, se trata que desde la misma definición de empresa como una comunidad de personas ya estaríamos generando valor social.
Todos los empresarios saben generar valor económico y por eso son empresarios, ¿no podrían pensar en generar valor social, en generar utilidades sociales? Por supuesto que lo saben y lo pueden hacer.
[1] Tomado de Argandoña, A. Otra Definición de Responsabilidad Social, Comentarios de la Cátedra “la Caixa” / Abril de 2012 / IESE
[2] Comunidad Europea, Comunicación A Renewed Strategy 2011-2014
for Corporate Social Responsibility, 25 de octubre de 2011; ibidem 1.
Por Agustín Llamas Mendoza
Profesor Entorno Político y Social
IPADE Business School – Universidad Panamericana (México)
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