Podemos enumerar casos y no acabaríamos con los ejemplos en temas de corrupción en nuestra región latinoamericana.
Una realidad que golpea cada vez más en nuestras sociedades y economías de cada nación dejando huellas y daños irreparables que lo único que causan es atraso y una atmósfera de desconfianza y egoísmo.
El tema es muy amplio si empezamos a desglosar tipos de corrupción, pero en esencia el concepto es: acción humana que transgrede las normas legales y los principios éticos. Pregunto yo, ¿qué está pasando con las personas?
Acaso es un problema de educación, acaso es un problema de moral, o es que las condiciones propias del sistema económico y social nos llevan a que las autoridades y directivos caigan en errores y horrores.
Las preguntas son varias y no acabaríamos de enumerarlas también. Por eso aprovecho este pequeño artículo para analizar y reflexionar un poco más sobre la corrupción. Considero que debemos empezar a gestionar el cambio en nuestra región mediante pasos bien pensados y seguros, sin caer en procesos burocráticos típicos de los sectores públicos de cada país.
Debemos abordar el sector educativo con una reingeniería y enfoque en valores, esto apoyado por campañas realizadas por otros ministerios y departamentos gubernamentales que tengan alcance a la sociedad. Necesitamos niños, jóvenes y adultos con un enfoque en valores.
Debemos sistematizar nuestros procesos en los organismos y entidades gubernamentales, dejando al mínimo le injerencia de influencia y decisiones a las personas. Para esto debemos crear procesos seguros.
Debemos crear organismos con credibilidad en el control de las instituciones, con talentos nuevos y seleccionando a los mejores para este trabajo. Las reglas y normas deben ser adaptadas ante una realidad que nos está dejando si piso. Las normas también deben evolucionar y adaptarse a las mejores prácticas empresariales y de sanción.
Las autoridades que participen en procesos de elección independientemente del organismo o nación que quieran representar, deben ser personas talentosas y con una moral intachable, demostrable en su recorrido profesional, familiar y personal. No es posible que los mejores talentos estén fuera de nuestro país o en el sector privado. Debemos inclinar la balanza y comenzar a capitalizar nuestros mejores elementos.
El mundo ha cambiado y lo sabemos, pero no entendemos que si el mundo cambia también deben evolucionar los procesos, controles, normas y leyes. Es probable que piense que sí hay cambios, que sí hay organismos con nuevas normas y leyes, pero pregunto: ¿estamos cambiando a la velocidad real del mundo?
Entonces pongámonos en alerta y salgamos adelante con nuevas propuestas y no más de lo mismo.
Comencemos a trabar y hablar de un cambio a la velocidad real del mundo y no como una moda o tendencia.
Ismael A. Banegas Arambulo.
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