La semana pasada la ciudad de Puebla fue sede del Conferencia Internacional de Educación Superior 2015, organizada por la Asociación de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES). La Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) fue la institución sede de este importante encuentro en el que además de reuniones de rectores y autoridades universitarias de todo el país, se realizaron la entrega de los Premios ANUIES 2015, presentaciones de libros, así como conferencias, talleres y paneles sobre dos temas muy relevantes para las universidades en la actualidad: la Internacionalización y la Responsabilidad Social Universitaria (RSU).
Los conferencistas magistrales encargados de estos dos temas fueron Hans de Wit, Director del Centro para la Educación Superior Internacional de Boston College (USA) y Francois Vallaeys, Director del Centro de Ética aplicada de la Universidad del Pacífico (Perú). Además de ellos, impartiedon conferencias magistrales Eva Egron-Polak, Secretaria General de la Asociación Internacional de Universidades, Juan Alfonso Fuentes Soria, Vicepresidente de la República de Guatemala y Rebeca Grynspan, Secretaria General Iberoamericana.
Por ser parte de mi línea de investigación actual, tuve oportunidad de inscribirme y participar en el taller y la conferencia magistral del Dr. Vallaeys sobre Responsabilidad Social Universitaria y en el panel sobre buenas prácticas en RSU en las universidades de Latinoamérica. Los tres espacios fueron experiencias muy enriquecedoras que me permitieron avanzar en el conocimiento teórico y práctico del tema de la responsabilidad social de las universidades, que es un tema de reciente desarrollo y cada vez mayor relevancia para quienes trabajamos en el ámbito de la educación superior.
El tema de la RSU surge inicialmente en el campo de la empresa y es un avance respecto a la visión de filantropía en la que se planteaba la invitación a que los empresarios se solidarizaran con causas sociales a través de fundaciones y actividades en las que pudieran donar parte de sus ganancias para tratar de apoyar a sectores desfavorecidos de la sociedad.
La filantropía es un tema que tiene un carácter voluntario y apela a la conciencia social de los empresarios y a su solidaridad con los que menos tienen.
La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) en cambio, parte no de una invitación a la solidaridad voluntaria sino de la constatación de que como parte de un sistema social en el que todas las instancias personales e institucionales están interconectadas, las empresas son corresponsables de la generación de impactos ambientales y sociales negativos y por tanto tienen que comprometerse con la construcción de una sociedad más equitativa y más justa.
De este modo, la RSE plantea indicadores para que las empresas trasciendan la visión de filantropía y se comprometan a revisar sus impactos ambientales, humanos y sociales –la huella ecológica que generan sus actividades, la equidad en el pago y el trato a sus empleados, el tipo de proveedores con los que trabajan, etc.- para reestructurarse y contribuir a que las estructuras de toda la cadena productiva sean más respetuosas del medio ambiente y de los derechos humanos –entendidos como derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA)-.
El cambio de paradigma de la RSE consiste en una nueva mirada sistémica y compleja dejando atrás la mirada individual porque como dice el epígrafe de este artículo en una avalancha ningún copo de nieve se siente responsable y en una avalancha de destrucción ambiental, desigualdad e injusticia social y deshumanización, ningún individuo o institución se asumirá como responsable si mira solamente sus actos particulares y no ve sus impactos sistémicos.
Del mismo modo, la Responsabilidad Social Universitaria parte de la invitación a dejar de mirar a la universidad desde el ángulo de sus acciones internas aisladas donde seguramente hay muchos actos positivos para concebir a la universidad como una institución que es parte fundamental y privilegiada del sistema social global –porque en ella se puede mirar la dinámica del sistema económico, político, social y cultural actual de manera objetiva y científica y generar conocimiento que se pueda aplicar en su transformación- y tiene que comprometerse a revisar sus impactos y los impactos de las empresas, el gobierno y las organizaciones sociales en la dinámica del sistema mundo que requiere una reforma profunda, radical y urgente.
De esta manera, la RSU está relacionada íntimamente con la ética profesional pero vista desde un ángulo complejo –tridimensional según Vallaeys y también desde la propuesta de Edgar Morin- que contemple no solamente la formación de profesionistas capaces de ejercer una práctica profesional sustentada en actos que respeten los principios de beneficencia, no maleficencia, autonomía y justicia que plantean los autores de la ética profesional clásica, sino también capacitados para mirar su práctica particular en el marco de lo que Morin llama la socio-ética y la antropo-ética, es decir, el análisis de los impactos de esta práctica en la sociedad en la que viven y en la especie humana de la que son parte.
Este cambio de perspectiva implica un enorme desafío estructural y cultural para las universidades que apela no solamente a acciones, programas e instancias concretas orientadas hacia la formación ambiental y ética de los estudiantes sino a una reforma universitaria profunda y de largo aliento.
Ojalá que nuestras universidades sean capaces de enfrentar creativamente este desafío. El mundo lo está pidiendo con urgencia.
Por Martín López Calva
Fuente: http://www.e-consulta.com/
- La COP29 acaba con un acuerdo de financiación climática de 300.000 millones de dólares que se queda corto - 27 noviembre, 2024
- El 59% de empresas globales sin plan de transición climática publicado - 27 noviembre, 2024
- Exposiciones naturales en Valencia o cine butanés en Madrid: estos son los planes ODS de la semana - 27 noviembre, 2024