Evolución económica y aumento de las desigualdades

Evolución económica y aumento de las desigualdades

La brecha entre ricos y pobres en el mundo sigue creciendo año tras año. Mientras que el número de multimillonarios, actualmente 2.781, representa solo el 0,000035% de la población mundial, estos poseen aproximadamente el 46% de la riqueza global. En contraste, 700 millones de personas, el 9,2% de la población mundial, viven en extrema pobreza, con menos de 2,15 dólares al día.

Un informe reciente de la ONU alertó sobre el incremento de las desigualdades en el mundo. Año tras año crece el número de personas más ricas del planeta (2.781 multimillonarios, un 0,000035% de la población mundial) que, además, cada vez se hacen más ricas (el 1% de la población mundial posee aproximadamente el 46% de la riqueza), lo que contrasta con el número de personas que viven en extrema pobreza (se estima que 700 millones de personas, el 9,2% de la población mundial, vive con menos de 2,15 $ al día). El aumento de la conflictividad, el auge de los populismos o los posibles efectos negativos de la revolución de la inteligencia artificial, hacen que, en muchas ocasiones, las previsiones no sean muy optimistas, pero ¿se cumplirán estas previsiones? Quizás, si hacemos un breve repaso de la historia reciente podamos obtener un poco de luz sobre lo que pueda llegar a suceder en el futuro.

La revolución industrial que comenzó en el siglo XVIII y continuó durante el siglo XIX, ya creó una brecha entre los propietarios de las fábricas, que vieron cómo sus ingresos se incrementaban notablemente, y los trabajadores, lo que a su vez llevó a un aumento de la desigualdad entre clases sociales y entre las zonas urbanas y las rurales, así como favoreció la discriminación por género y edad, a través de la explotación de niños y mujeres en las fábricas. Pero no es menos cierto que la revolución industrial impulsó la incorporación de las mujeres al mundo laboral, originó movimientos obreros y otros muchos movimientos, que fomentaron la igualdad de derechos ante la ley y que, posteriormente, ayudaron a reducir estas desigualdades y a que, en general, las condiciones económicas y sociales de la sociedad mejoraran respecto a las condiciones previas a la revolución.

Ya en el siglo XX, la globalización y el neoliberalismo promovieron la integración de mercados y economías a nivel mundial, favoreciendo el flujo libre de capital y de bienes y servicios, así como la desregulación y la privatización, lo que llevó a un aumento de las desigualdades que se produjo por la desindustrialización y la concentración de la riqueza en los países más desarrollados, el aumento de la diferencia de ingresos entre los distintos países y sectores (con sectores como el tecnológico o el financiero aglutinando una gran parte de los ingresos), la concentración del poder en grandes corporaciones en detrimento de las pequeñas, el aumento del riesgo de crisis financieras en los países más pequeños o menos desarrollados, etc. Pero también es cierto que estos cambios facilitaron el crecimiento económico y la reducción de la pobreza, la transferencia de tecnología y conocimientos a países a los que anteriormente hubiese sido impensable, una mayor colaboración internacional, etc.

También en el siglo XX, la revolución digital favoreció el incremento de las desigualdades mediante la concentración de la riqueza en un reducido grupo de empresas y personas relacionadas con el sector tecnológico, la creación de la llamada brecha digital (disparidad en el acceso, uso y habilidades para utilizar las tecnologías) entre los distintos grupos sociales y áreas geográficas, la desigualdad salarial y las diferencias en cuanto la facilidad para acceder al mercado laboral entre los trabajadores con más conocimientos tecnológicos y los menos cualificados, etc. Pero esta revolución también tuvo sus efectos positivos, como el acceso global a la información (permitiendo que personas y áreas geográficas que antes no tenían acceso a determinada información, empleos, formación, etc. pudiesen tenerlo), la creación de nuevas oportunidades de empleo y de emprendimiento, que hizo que personas o áreas geográficas que antes no tenían acceso a ellas pasasen a tenerlo y de una forma muy competitiva, lo que posibilitó un rápido crecimiento.

Como decíamos al principio, el aumento de la conflictividad, el auge de los populismos o la revolución de la inteligencia artificial, nos llevan a pensar que estamos en un momento crítico y, seguramente, ante la primera gran revolución del siglo XXI, pero, como hemos visto en el repaso que hemos realizado de la historia reciente, no parece que debamos tener miedo a los posibles cambios. Si la historia se repite, este momento convulso y la revolución de la inteligencia artificial generarán, en un inicio, desigualdades y muchos otros efectos negativos, pero también traerán otros muchos efectos positivos que, probablemente, no solo sirvan para equilibrar la balanza sino para inclinarla hacia el lado del progreso y una mejor calidad de vida para gran parte del planeta. A pesar de que la pandemia del COVID-19 supuso un retroceso, estamos en el momento de la historia con menor pobreza extrema, mortalidad infantil o desigualdad de género, así como con mayor esperanza de vida, mejores datos de democracia, mayor acceso a la educación, a la tecnología o a la información, etc. por lo que parece claro que, aunque los retos sean significativos, el ser humano siempre acaba encontrando la manera de seguir progresando.

¿Conseguiremos hacerlo también en este caso? Quien sabe. Dependerá de muchos factores, pero, con los niveles de conocimiento, concienciación, etc. actuales y con una tendencia creciente a pensar en el largo plazo y la sostenibilidad, parece que tenemos suficientes herramientas para lograrlo o, al menos, muchas más de las que hemos tenido en cualquier otro momento de la historia.

Fuente: https://diarioresponsable.com/opinion/37011-evolucion-economica-y-aumento-de-las-desigualdades

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