La innovación social: un ejemplo de creatividad y solidaridad
Observar, analizar y proponer estrategias innovadoras requiere de un proceso de diálogo previo, constructivo y fértil, que desemboque en ideas y soluciones orientadas a gestionar y resolver problemas sociales, sin perjuicio de los impactos económicos que genere. Es un fenómeno fundamental para el desarrollo. La innovación consiste en una explotación exitosa, viable y real de ideas con una clara orientación ciudadana, mejorando la eficacia (en lo que se hace) y la eficiencia (en cómo se hace).
Es un importante factor de competitividad dado el nuevo contexto socioeconómico, pero ya en la antigüedad ha habido referencias con el mismo objetivo. Para Benjamín Franklin eran aquellas pequeñas modificaciones en la organización social de las comunidades que pudiesen ayudar a resolver los problemas cotidianos. No obstante, el concepto más ajustado emerge en las últimas décadas y cada disciplina científica enfatiza determinados rasgos.
Consistiría en un proceso a través del cual una idea se transforma en un servicio o en una iniciativa original que mejora una necesidad y la eficacia de la acción pública. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) lo entiende como aquellos nuevos procesos, métodos, formas de gestión, de administración, de ejecución, nuevos instrumentos o herramientas. Nuevas combinaciones de factores orientadas a mejorar las condiciones sociales y de vida de la comunidad.
Algunos de sus rasgos propios es que sean originales, no tanto por su complejidad técnica, sino en su capacidad para resolver problemas con poca burocracia. Esta originalidad nos sitúa en el entorno de los intangibles al ser aportaciones impregnadas de ética y valores que, indudablemente, mejoran la reputación. Por su esencia, tienden a su difusión y expansión, son abiertas, con posibilidades de adaptación y mejora. Tienen un impacto “glocal” reflejando la expresión: “piensa globalmente, actúa localmente”. Los actores ostentan un protagonismo clave para implementar soluciones que tienen en cuenta unos referentes globales que también les afectan o pueden hacerlo (por ej.: actual crisis sanitaria).
Son ideas sin excesivas dificultades, que funcionan en todos los contextos y que requieren de voluntad y competencias, pudiendo adaptarse a necesidades y circunstancias concretas. Su desarrollo requiere, por tanto, un pensamiento estratégico bidireccional en el tándem público-privado, implicando tanto especialización y economía de escala como una gran capacidad de adaptación. Un dinamismo, en definitiva, que puede dotar la idea en un marco muy amplio.
Se interrelacionan el mercado, la sociedad civil y las estructuras que regulan las relaciones entre los diversos agentes implicados. Las dinámicas del mercado generan nuevas necesidades de índole social, en donde surgen consumidores con nuevas necesidades (demanda) y ahí es donde surgen iniciativas que aspiran a beneficiar la autonomía (oferta) quedando articulada la solución a través de diversos marcos de colaboración.
El modelo de gobernanza (“gobierno” + “confianza”) es un elementos central en estos procesos ya que afecta a las relaciones sociales y a satisfacer las necesidades básicas que quedan al descubierto. También en el ejemplo de redes de cooperación entre agentes participantes, que requiere de vínculos de proximidad para una mayor fluidez y confianza entre ellos.
La importancia de los valores en su desarrollo reafirma la idea de superación ante todo tipo de limitaciones. La información, la preocupación y la creatividad hacen tener cada vez más presente cualquier problema. Atentos a situaciones de desprotección, emergencia o urgencia social, la intensidad de las respuestas depende, en gran medida, de los valores previamente asumidos, individual y colectivamente.
Me permito transmitir, como ejemplo, la iniciativa de la empresa URKOTRONIK en Éibar (Guipúzcoa-España) (https://urkotronik.com/) que, gracias a su capital humano-relacional y a sus empleados (28) impregnados de solidaridad, han enfocado esfuerzo y conocimiento para mejorar el bienestar de sus conciudadanos, pero con una clara vocación global. Su historia, con una trayectoria repleta de golpes empresariales graves (inundaciones, incendios, crisis económicas…), les ha permitido reforzar lazos personales y poseer una resiliencia destacable. La eficacia y la eficiencia de esta colaboración público-privada (ayuntamiento/empresa) mejoran el acceso a material sanitario de primera necesidad (mascarillas), facilitando la labor pública en una época “Covid-19” que está provocando un movimiento social y emocional sin semejanzas. Su acción es relevante porque se asienta en sus valores (“trabajo en equipo”, “capacidad de adaptación”, “vocación de servicio” y “mejora del entorno”), no en la productividad ni en las cuotas de mercado. Además, los líderes de este proceso de innovación también son, al tiempo, beneficiarios del resultado final.
Cada vez se habla más del compromiso (engagement) y la felicidad en las empresas, hay aspectos que hacen que trabajemos mejor: sentir que aportamos, que se nos respeta y escucha, o que no tenemos miedo a proponer ideas. El resultado es que todos damos lo mejor de nosotros cuando más “felices” trabajamos. Sin duda, este tipo de acciones plasma que nada diferencia más a una empresa que las personas que la componen. Indudablemente, son este tipo de ideas y esencia de empresas las que deben replicarse para crear valor compartido.
por Germán Gusano Serrano
Abogado y politólogo
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