Lucha contra el trabajo infantil, ¿marketing o derechos?
Se calcula, que hay más de 300 millones de niños trabajadores en el mundo, pero ese dato, solo es la punta del iceberg, si consideramos las subestimaciones estadísticas, la invisibilidad de algunos sectores laborales, o el bloqueo informativo de algunos países. Lo cierto es que el drama del trabajo infantil no mejora, y la crisis económica lo ha agravado.
Más del 80% de los menores trabajadores lo realizan en el sector informal, y esto dificulta políticas efectivas de inspección y control de sus actividades. Solo en América Latina, con una tasa de informalidad económica del 60% ¿cómo se puede afrontar este problema?
Son múltiples las iniciativas nacionales e internacionales para la erradicación del trabajo infantil. Se han ratificado universalmente convenios para elevar las edades mínimas laborales; se han creado comisiones y desarrollado planes de acción por los gobiernos; y muchas empresas se han adherido a pactos, redes y códigos de conducta, vinculando en muchos casos la prohibición del trabajo infantil a sus programas reputacionales, de sostenibilidad o responsabilidad social….Esa, no es la solución….
En el sector textil, miles de niños trabajan y las multinacionales desconocen este drama de explotación, hasta que ocurren escándalos como el incendio de fábricas de Bangladesh, donde murieron miles de personas; en el sector de telecomunicaciones y móviles las grandes compañías utilizan el coltán extraído en condiciones de esclavitud en el Congo. ; el trabajo doméstico es casi invisible, con legislaciones laxas, que suponen de facto, situaciones de semi esclavitud laboral; en la agricultura intensiva, los menores trabajan jornadas extenuantes, utilizando en muchos casos pesticidas; en la minería artesanal, los niños/as realizan actividades de extracción y amalgama de los minerales, con altos riesgos laborales y de contaminación por mercurio; la explotación sexual de menores en el sector turístico en el sudeste asiático, en la cuenca del Mekong , se ha convertido en un negocio internacional similar a la venta de armas; Los niños/as soldados son una realidad dramática en conflictos internos de países o en movimientos terroristas, especialmente en Africa.
Esta breve semblanza del panorama global de la infancia trabajadora, nos sitúa, una vez más, en la necesidad de adoptar medidas estructurales, económicas, sociales y culturales, que van más allá del asistencialismo, y el marketing corporativo e institucional.
Es necesario interrelacionar iniciativas públicas y privadas efectivas y sostenibles en el tiempo:
Dedicar 5/6% del PIB en educación pública de calidad a largo plazo en los países; universalizar las prestaciones sanitarias; fortalecer la inspección laboral y focalizarla en las cadenas de valor; reducir la informalidad económica y generar trabajo decente; ejercitar las competencias municipales en el control del trabajo urbano infantil en las calles, vertederos, mercados…; impulsar sanciones a empresas turísticas que promuevan el turismo sexual; establecer programas que vinculen las ayudas sociales con la escolarización obligatoria de los menores; desarrollar proyectos demostrativos en sectores de alto riesgo, que integren la educación, salud, mejoras productivas, microcréditos…como sustitución del ingreso de la mano de obra infantil; mejorar los sistemas estadísticos para conocer con exactitud las cifras y sectores de trabajo infantil …
En definitiva, políticas públicas, consumo responsable, responsabilidad empresarial en toda cadena de valor, y cambio de la percepción cultural y asistencialista del problema, es la solución a largo plazo para erradicar definitivamente el trabajo de los menores.
Menos márketing y más derechos.
Por Eliseo Cuadrao de la Guía
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