El entendimiento del concepto de sostenibilidad ha tenido retos importantes en los últimos años, el más importante es haber logrado que se le identifique más allá del tema ambiental. La madurez y el impulso que le han dado organismos internacionales, investigadores y analistas financieros, solo por mencionar algunos, han sido un parteaguas para comprender su verdadero alcance e impacto en la generación de valor en las organizaciones.
Diversas entidades como el Global Reporting Initiative y el Pacto Mundial a través de los Principios para la Inversión Responsable han realizado esfuerzos relevantes para propiciar un mejor equilibrio entre el desarrollo económico, social y ambiental, por esta razón, resulta importante hacer un análisis acerca del potencial real que tiene como una herramienta de prevención y mitigación de riesgos inherentes en la operación de las organizaciones.
En la actualidad es común encontrar personal directivo y dueños de empresas que no están plenamente convencidos de los beneficios que puede traerles una estrategia basada en la sostenibilidad, pues existe la percepción de que más allá de que pueda generar beneficios, es simplemente un aspecto de control, en ocasiones estético, que trae consigo gastos operativos sin un tangible retorno de inversión. Inclusive, resulta más difícil que identifiquen a este concepto como una herramienta que les ayuda a conocer sus áreas de oportunidad en el corto, mediano y largo plazo.
El análisis de materialidad fue un concepto revolucionario para el ejercicio de la sostenibilidad. Con el paso de los años ha ido tomando mayor relevancia en las organizaciones alrededor del mundo, pues tiene el objetivo de identificar todos aquellos asuntos que le son relevantes, tomando en consideración las necesidades y expectativas de sus grupos de interés o audiencias clave, además de realizar un enfoque de priorización desde enfoques de nivel de madurez y riesgos.
Entrar en temas de riesgos resulta en ocasiones un poco incómodo para todas aquellas personas que se dedican principalmente a la consultoría y asesoría, pues gran parte de organizaciones líderes cuentan con áreas especializadas para atender este tipo de temas. Esta situación torna aún más difícil el posicionamiento del concepto de sostenibilidad, pues llega a confundirse con otras herramientas y disciplinas que llevan años de existencia y que cuentan con presupuestos establecidos.
La finalidad de este artículo no es el de convencer de que la sostenibilidad es lo más importante en la organización, sino el de sensibilizar acerca de la relevancia de contar con esquemas de
colaboración que contribuyan a que las organizaciones puedan ser sostenibles gracias a la atención que le dan al cumplimiento real de necesidades y expectativas de todos sus grupos de relación.
En tiempos de incertidumbre como en el que está inmerso todo el mundo a raíz de la contingencia sanitaria a causa de la pandemia COVID-19 es un claro ejemplo que permite hacer una retrospectiva y autocrítica organizacional acerca del grado de previsión particular ante escenarios adversos que pudieran poner en riesgo su sostenibilidad.
Si hacemos un análisis general de la capacidad de preparación de empresas, sociedad y gobierno ante contingencias de estas magnitudes realmente quedaríamos un poco decepcionados y con un interés limitado para lograr un verdadero cambio y visión sostenible de nuestra existencia en este planeta.
Analizar las acciones emprendidas por representantes de países nos dice mucho de su nivel de liderazgo y compromiso para salir lo menos afectados a causa de esta pandemia. No se planteará un análisis y calificaciones de cada líder, tampoco cuestionaremos la identificación de resultados diferentes en términos de género o de sus visiones políticas, simplemente es dejar evidencia la fragilidad y previsión deficiente que tienen algunas naciones para enfrentar contingencias de estas dimensiones, más aún cuando se trata de la atención hacia un derecho básico que está presente en los Objetivos de Desarrollo Sostenible: salud y bienestar.
Esta situación se acentúa aún más con el comportamiento y la actitud de la gente en cada uno de los países afectados por la contingencia, lo cual también es una muestra de nuestra visión personal que nos permite o, que, por el contrario, nos evita prever y estar preparados ante cualquier adversidad que nos pueda llegar a afectar directamente o a alguno de nuestros seres queridos.
Si llevamos a la práctica de manera muy general un análisis de materialidad hacia el ámbito personal, en donde cada uno de nosotros nos visualicemos como una organización y, nuestro círculo de convivencia e influencia como nuestros grupos de interés, nos encontraríamos con hallazgos importantes que también nos darían un claro ejemplo de visión sostenible como individuos que forman parte de una sociedad global e interconectada.
Por ejemplo, una persona con deficiente estabilidad emocional y complicadas relaciones interpersonales, con rasgos de violencia hacia aquellos con los que tiene contacto, es un individuo que en el algún momento verá comprometida su sostenibilidad, pues es muy poco probable que llegue a mantener un trabajo estable, amistades y familiares que muestren afectos hacia él y, en general, un entorno que satisfaga sus necesidades y expectativas. Dentro de él hay aspectos que no le permiten identificar y razonar acerca de lo que es socialmente aceptado y lo que no.
Es por esta razón que el aspecto personal es en donde realmente deberíamos de poner nuestro mejor esfuerzo e interés genuino para salir adelantes de en los retos que nos pone el destino, pues por más que insistamos como sociedad de querer cambiar muchas cosas que no nos gustan, en primera instancia deberíamos hacer una introspectiva para saber qué tanto estamos contribuyendo para realmente crear un mundo mejor para todos.
Estas líneas escritas no tienen la finalidad de dejar la idea de que todo es catástrofe en esta pandemia, estamos evidenciando también la creación de grandes acciones y sumas de esfuerzos que sin duda contribuyen a aminorar los impactos negativos de esta crisis mundial. Es verdaderamente gratificante ver que hay gente y sectores de nuestra sociedad que buscan el bien común y apoyan a los menos favorecidos a pesar de la condición en la que se encuentren. Estas acciones nos dan una esperanza de que todavía existe el interés de lograr una sociedad justa y equitativa en la que no exista el individualismo y en la que busquemos entornos sanos que nos permitan la permanencia en el futuro como especie.
Hemos hablado muy brevemente del enfoque de gobiernos y de la sociedad en torno a la sostenibilidad. Profundizaremos ahora en el rol de las empresas y su importancia como detonador de certidumbre, principalmente en entornos adversos.
En mi experiencia profesional he experimentado en diversas ocasiones el limitado interés e importancia que se le atribuyen a diagnósticos integrales de sostenibilidad como el que se logra por ejemplo a través del análisis de materialidad, pues se le identifica como un gasto porque no es algo que sea solicitado directamente por alguna entidad externa u organismo regulador o simplemente porque las personas encargadas de gestionar estos temas no tienen el presupuesto suficiente como cualquier otra área dentro de la organización.
Parte de este poco interés se debe al nivel de relevancia y posicionamiento estratégico que tenga la sostenibilidad de la organización, pero también a la forma en la que se sensibiliza a sus tomadores de decisión, pues regularmente le dan prioridad a temas inherentes a la operación y no se detienen a hacer una autoevaluación y autocrítica de cómo es que la operación diaria puede repercutir en el futuro, y a su vez cómo es que cuestiones externas les pueden llegar a afectar el cumplimiento de sus objetivos.
Es importante considerar que otra de las barreras principales para evitar este tipo de diagnósticos es el limitado diálogo que las organizaciones tienen con sus grupos de interés, es un fenómeno que se presenta principalmente en ciertos países latinoamericanos que, por cultura, no están
acostumbrados a la crítica, la discusión constructiva para solución de conflictos y al cumplimiento íntegro y mutuo de necesidades y expectativas.
Como ejemplos podemos citar varios, hagamos un ejercicio de recordación y analicemos cualquiera de las organizaciones para las que hemos colaborado. En la mayoría de los casos el diálogo directo y aislado de parte de los líderes se daba a través de reuniones anuales y canales de comunicación interna que muchas veces estaban controlados por representantes de las áreas de recursos humanos. Ese tipo de espacios se solían generar para dar a conocer buenas noticias o algún otro anuncio positivo, pero rara vez se daban para anunciar afectaciones directas en el personal o en sus condiciones de trabajo, pues eso implicaría conflictos y desgastes “innecesarios”.
Caso similar sucedía o incluso sigue sucediendo con los canales de denuncias, comentarios o sugerencias dentro de las organizaciones, todos sabían que existían, pero muy pocos se atrevían a manifestar algo porque la atención y seguimiento era limitado o simplemente no generaba ningún cambio en la organización.
Afortunadamente muchas de estas situaciones han cambiado, las nuevas generaciones han contribuido para que las organizaciones cumplan de manera puntual los lineamientos y normativas básicas de Ley, pues en algunas de ellas los niveles de rotación y corta permanencia propició poner mayor atención a mecanismos de comunicación directa y confiable para la resolución de inconformidades.
Es aquí en donde alcanzamos a distinguir empresas que van sobresaliendo en su sector y en su región porque tienen una visión diferente y enfoque que les permite ver más allá de su operación, pues también invierten recursos representativos para brindar las herramientas necesarias a su personal y cumplir todas aquellas necesidades básicas en al ámbito profesional y necesidades personales para el cumplimiento de los objetivos personales y organizacionales.
Insisto en el cumplimiento de necesidades personales de los colaboradores dentro de una empresa porque en el pasado eran dos elementos totalmente disociados. A los “patrones” solo les interesaba que sus empleados cumplieran un estricto horario de trabajo, que muchas veces era más largo que el que marca la Ley, pero a su vez eran poco tolerantes en la hora de entrada, sin poner mayor atención y prioridad al cumplimiento de los objetivos organizacionales.
Hacer este ejercicio crítico con cada uno de los grupos de interés de las organizaciones nos permitirá también identificar el nivel de madurez de su sostenibilidad, sin embargo, también resulta conveniente empezar a profundizar en la relación que tiene esta madurez con los riesgos internos y externos a los que se enfrenta la organización.
Debemos partir del entendido de que toda organización tiene impactos en su entorno, los cuales requieren ser gestionados de forma tal que no afecten o impacten de manera negativa a sus grupos de relación. Si no tenemos claro este enfoque será complicado entender los riesgos que conlleva en su manera de operar. Por esta razón es que estamos frente a nuevo paradigma porque esta coyuntura nos permitirá sensibilizar y posicionar a nivel estratégico la relación de estos dos grandes conceptos: sostenibilidad y riesgos.
El posicionamiento de temas relevantes en una empresa se da principalmente por el tema económico-financiero pues le impacta a la esencia y premisa básica de generación de utilidades, si una organización no es rentable, en consecuencia, no podrá ser sostenible. Sin embargo, los aspectos sociales y ambientales también deben tener un nivel de priorización similar, pues si no hay personas o sociedades sostenibles en las condiciones mínimas de superveniencia, será difícil lograr que una empresa tenga el motor para su operación y generación de valor respectiva.
Este último aspecto será todavía más fácil de comprender porque es parte de lo que estamos viviendo ahora mismo, todas las organizaciones, en este caso empresas “no esenciales” en una pandemia, han tenido que dejar de operar y por lo tanto dejar de generar ingresos y, por lo tanto, utilidades, sin embargo, lo que muchas de ellas deben de mantener es su cumplimiento, en el mejor de los escenarios de sus obligaciones mínimas como lo es el pago de nómina, impuestos y demás compromisos establecidos por las Leyes de sus países.
Desafortunadamente hemos evidenciado diversos aspectos poco favorables en términos de cumplimiento de parte de algunas empresas en todo el mundo, pues una parte considerable de ellas no contaban con mecanismos o seguros que las apoyarán a enfrentar este tipo de contingencias, principalmente por dos razones: por su falta de previsión de riesgos y por su nulo interés en contar con fondo o recursos para catástrofes, que en resumidas cuentas deriva en una limitada visión de sostenibilidad.
Ante este escenario surge la pregunta ¿era posible prever el impacto de esta pandemia tal y como la estamos viviendo?, mi respuesta es, no completamente, sin embargo, la respuesta también depende del tipo de la organización y la forma en la que gobierna su sostenibilidad a través de sus líderes.
Como lo mencionamos anteriormente, los estudios de materialidad tienen la finalidad de diagnosticar todos aquellos aspectos que le interesan a la organización, pero también a sus grupos de interés. El reto está en lograr que esos hallazgos sean los suficientemente fuertes y reales para generar acciones de control y mitigación.
Si la realización de estos estudios está supeditada a la generación de un informe de sostenibilidad se están perdiendo parte de sus beneficios, pues no se trata solamente de realizar acciones de comunicación y transparencia con sus grupos de relación sino de un enfoque de generación de valor en el que se involucran aquellas preocupaciones a fin de lograr un genuino desarrollo sostenible entre todas sus entidades involucradas.
El establecimiento de un diálogo directo y concreto con todas las audiencias con las que se relaciona una organización será una de las premisas básicas que permitirá contar con un diagnóstico robusto y con poco margen de error.
Existen muchas herramientas estadísticas para conocer la opinión y percepción de estas audiencias. No es materia de este artículo entrar en detalle de cada una de ellas, pero lo que si resulta relevante destacar es en la forma en la cual la empresa establece esos vínculos de comunicación, ya que ello demuestra su enfoque sostenible y nivel de madurez para el diálogo constructivo.
Los indicadores ESG (económicos, sociales y de gobernanza) han tenido un mayor impacto en la comunidad financiera, pero también en las empresas públicas que llevan un grado de maduración mayor en sostenibilidad que el resto de otras organizaciones en el mundo. Permiten, entre otras cosas, tener una visión clara en la priorización de asuntos a atender en la organización. Si nos enfocamos en aspectos meramente relacionados al desempeño de la organización resulta importante ver el nivel de composición del máximo órgano de gobierno de la organización, pues ello permitirá identificar cómo se gestionan las decisiones y a su vez cómo identifican los riesgos sus consejeros y principales accionistas.
Los consejeros en una organización juegan un rol fundamental para poner en discusión aspectos que van más allá de la operación misma de la empresa. Por ejemplo, un consejero que está especializado en cumplimiento legal, es muy probable que cuente con las herramientas suficientes para identificar tendencias y cambios legales que pudieran afectar a la organización derivados de cambios legislativos locales o tendencias internacionales que de alguna u otra forma pudieran surtir efecto en su organización en el corto, mediano y largo plazo.
Comento esto porque estemos o no de acuerdo nos encontramos inmersos en una sociedad interconectada. Actualmente tenemos acceso a información inmediata y en tiempo real, que de saberla utilizar adecuadamente nos permite anticipar la toma de decisiones antes de que una situación nos afecte directamente. La identificación de riesgos y peligros en los que pudiera estar una organización es un elemento imprescindible a considerar para su sostenibilidad y mantenimiento en el mercado.
Al llevar esta idea por ejemplo a una empresa del sector turístico con activos localizados en zonas potencialmente susceptibles a la presencia de fenómenos meteorológicos, aunado a un alto grado de desigualdad social resulta relevante que cuente con diagnósticos robustos que le permitan identificar estos aspectos dentro de su plan de negocio y, en segundo lugar, con acciones concretas que se activen cuando se presente algún escenario desfavorable que ponga en riesgo su operación.
Lo mismo sucede con cualquier organización, pues pocas veces los líderes se detienen a visualizar riesgos y no es porque no les interese, sino porque su enfoque en la operación y logro de objetivos no les permite detenerse a hacer un diagnóstico de lo que acontece a su alrededor.
Esta ventana de oportunidad es la que debe aprovecharse para el posicionamiento de temas de sostenibilidad y riesgos, pues parte de las enseñanzas que nos ha dejado esta pandemia es derribar el mito de que las organizaciones solamente dependen de su desempeño interno de equipo y que el exterior poco puede influir en sus resultados.
Otro mito derribado es el que las organizaciones no pueden adaptarse ante entornos adversos, pues cada día evidenciamos más casos de éxito que nos dan esperanza para confiar en la capacidad humana de supervivencia para seguir adelante y buscar el beneficio común.
La palabra riesgo tiene regularmente una connotación negativa, sin embargo, como especialistas en sostenibilidad debemos considerarla como una gran oportunidad que se presenta para anticipar escenarios desfavorables, es el tiempo adicional que tenemos para ponernos a trabajar y prepararnos los mejor posible con una visión sostenible que genere valor a las organizaciones.
Estoy plenamente convencido de que las enseñanzas que nos dejará este periodo de contingencia es que mucha gente se volverá más sensible a creer, pero sobre todo a considerar situaciones extremas que las hagan cambiar de hábitos y forma de llevar su vida con normalidad. Ahí es en donde radica el enfoque de sostenibilidad, identificar todos aquellos temas relevantes en el entorno, por más remotos que parezcan, y establecer una postura de acción que contribuya a tener una mejor adaptación en caso de ser necesario.
Los invito a hacer un ejercicio de reflexión y analicemos si lo que estamos haciendo ahora es lo que nos hará sostenibles tanto a nosotros como a la sociedad en la que vivimos. Espero que todas las conclusiones a las que lleguemos sean favorables y positivas para que, por el bien de todos, sigamos la construcción de un mundo mejor.
Por Eduardo Dominguez Dorantes
- Sostenibilidad y riesgos: un nuevo paradigma - 29 julio, 2020