O mejor dicho, un eructo. Porque, en contra de esta creencia tan extendida, el 95% del metano producido por los rumiantes es expulsado a través de su hocico.
Sea como fuere, es un hecho que el ganado es responsable del 36% del metano emitido en España anualmente, según datos del Ministerio de Agricultura, lo que se traduce en 100 millones de toneladas. Además, el efecto invernadero de las moléculas de CH4 es 34 veces mayor que el de una partícula de CO2. A la vista de estos datos, que se repiten en aquellos países con producción ganadera, científicos de todo el mundo llevan años investigando cómo reducir o gestionar de forma eficiente las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de este sector (creando razas de minivacas o incluso utilizando el gas como fuente de energía).
Investigadores de la Universidad de Pensilvania (EEUU) han demostrado que es posible reducir el metano emitido por las vacas a través un inhibidor de este gas: el 3-nitrooxypropanol (3-NOP), introducido en su dieta y que actúa directamente sin afectar a la calidad de la leche ni de la carne. El grupo internacional de expertos, con participación española y patrocinados por la empresa DSM Nutritional Products, utilizó la ingeniería inversa para crear este compuesto hace seis años, el cual ha sido ensayado desde entonces en laboratorios y ganaderías de varios puntos del planeta, con éxito.
Las pruebas realizadas durante tres meses a 48 vacas lactantes mostraron que se había producido una disminución del 30% en las emisiones de metano al actuar en los tejidos de su sistema digestivo. «Desde hace una década hay un interés alto en desarrollar un compuesto que inhiba la actividad de los microorganismos rumiantes responsables de la producción de metano, y hasta la fecha no se había descrito un compuesto que lo haga de manera sustancial y persistente en el tiempo como con 3-NOP. Por tanto, es un descubrimiento de gran alcance», explica David Yáñez, investigador de la Estación Experimental del Zaidín (EEZ-CSIC) que ha participado en la investigación.
Sin embargo, en los últimos años se ha intensificado el debate en torno a que una producción sostenible pasa por reducir el consumo de productos animales. En opinión de Yánez, «el problema no es un exceso de ganadería de rumiantes, sino una mala distribución de alimentos a nivel mundial». Y denuncia: «En algunos países el consumo de carne es elevado en algunos segmentos de la población, mientras que otros tienen un claro déficit de proteína animal. Está claro que con las predicciones de incremento de la población mundial debemos orientar la producción ganadera a sistemas con intensificación sostenible, entendiendo sostenible en todos los aspectos posibles (ambiental, económico, social, etc.)».
Los científicos han asegurado que el tratamiento de 3-NOP no afecta ni a la producción ni a la composición de la leche de las vacas. «Este aditivo supone una manipulación ‘alimenticia’ y no ‘genética’ –explica Yánez–. Esto significa simplemente adecuar las raciones del ganado a sus necesidades de crecimiento y producción mediante cambios en la proporción de distintos ingredientes y la aplicación de compuestos (naturales, como extractos de plantas o de síntesis) para hacer la digestión más eficiente».
El producto aún no está en el mercado, pues tiene que pasar controles de toxicidad y salubridad antes de ser registrado y aprobado por las autoridades, pero su comercialización podría ser un primer paso hacia el uso sostenible de los recursos alimenticios y a una disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Fuente: http://ethic.es/
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