Desde la ONU se ha comprendido que la sabiduría, la experiencia, la energía y los ideales de los mayores, tanto como los de los jóvenes, son vitales para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En una de las recientes reuniones de la ONU en la sede de Nueva York, Wickramanyake subrayó que los vínculos constructivos entre los jóvenes y adultos fomentan el entendimiento y el respeto del papel de ambos grupos en la sociedad.
El envejecimiento poblacional es un fenómeno multidimensional sin precedentes que se constituye en un reto para la sociedad en general.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, se estima que en el 2050 la población mundial contará con 2000 millones de personas mayores de 60 años y 395 millones con más de 80 años.
La longevidad se ha convertido en un gran desafío para las políticas públicas. El aumento en la expectativa de vida amerita una celebración siempre y cuando se asocie a una calidad aceptable. Por ello es tan importante recuperar el protagonismo de la “gente grande”, procurando su inserción social activa.
Los ODS y los adultos mayores
El Objetivo de Desarrollo Sostenible N° 3 busca “Garantizar una vida saludable y promover el bienestar para todos, para todas las edades”, mientras que el ODS N°4 apuesta a “Garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa, y promover las oportunidades de aprendizaje permanente para todos”.
Tal vez sea un buen ejercicio preguntarnos: ¿Qué estamos haciendo desde nuestro lugar para aportar al cumplimiento de estos ODS con respecto a los mayores? ¿Cómo concebimos esta etapa de la vida? ¿De qué modo preparamos a los niños o jóvenes para que la vejez no los sorprenda y comprendan que envejecemos, de alguna manera, desde el momento de nacer?
En la Universidad de Buenos Aires, por ejemplo, acaba de graduarse en Musicoterapia, una señora de 90 años, Aída. Y no será la única. En la actualidad estudian allí más de 200 alumnos que han sido agasajados, entre apuntes, libros y parciales, por cumplir 70 u 80.
Por otra parte, en los encuentros de diálogo intergeneracional que he coordinado en la última década[i] -tanto en la cátedra de RS UdeMM, como en diferentes ámbitos- tuve la posibilidad de observar sus efectos positivos. Resulta inspirador comprobar que la escucha recíproca, el intercambio de opiniones o la participación conjunta en proyectos solidarios, ayuda a desarmar prejuicios o estereotipos y permite que las distintas generaciones aprendan unas de otras.
Antes del 2050, el 22% de la población habrá pasado la barrera de las seis décadas. Es imposible ejercer una profesión o un oficio durante tantos años sin actualizarse. Los adultos mayores necesitan continuar capacitándose.
Mantener la pasión o la curiosidad por adquirir nuevos conocimientos retrasa el deterioro cognitivo, favoreciendo un envejecimiento saludable, razón más que suficiente para que desde las empresas y universidades se ofrezcan espacios de reflexión y programas destinados a la población añosa.
Calidad de vida y Responsabilidad Familiar Corporativa
Wright considera que la productividad perseguida por muchas organizaciones sólo se logra como consecuencia del reconocimiento y la calidad de vida de las personas.
Si se quiere propiciar un buen clima de trabajo es indispensable tener en cuenta la importancia que reviste la familia para los colaboradores. La demanda de mayor atención no corresponde sólo a los hijos pequeños, sino también a los ancianos. Los cuidados y el afecto que se les brinde redundarán en una mejor calidad de vida para todos.
Flamantes investigaciones han demostrado que incluso quienes padecen Alzheimer en su etapa más avanzada (con el deterioro conductual y de memoria que la enfermedad implica), conservan recuerdos emocionales a los que son capaces de recurrir cuando se los valora, tratándolos con respeto y auténtica empatía.
Por eso la importancia de la Responsabilidad Familiar Corporativa.
La RFC (Responsabilidad Familiar Corporativa) es un modelo acuñado por el Centro Internacional y Familiar del IESE Business School, en el que las familias de los colaboradores son tomados por las empresas como “stakeholders”.
Debeljuh sostiene que las familias “prestan” de algún modo a los empleados y por ello las organizaciones -prestatarios corporativos- deben responder con responsabilidad para que sus miembros regresen a sus casas con suficiente energía y tiempo para compartir con sus seres queridos.
Como parte de los Programas de RSE, el objetivo de las acciones de RFC es el bienestar integral de los colaboradores. Para ello se basan en un abordaje psico-físico-social y ofrecen desde campañas de nutrición saludable, hasta actividades culturales o de esparcimiento que previenen, a su vez, el estrés laboral o burnout.
Valorar al adulto mayor: nuestro compromiso
Ninguno de los ODS nombra, en especial y en forma explícita, al colectivo “adultos mayores”, aunque sí lo hacen algunas de las 169 metas, como la 2.2 (referida a la malnutrición); la 11.2 (sobre los sistemas de transporte) y la 11.7 (acerca del acceso a las zonas verdes y los espacios públicos seguros).
No obstante, al repasar la agenda 2030 descubrimos que está atravesada por la problemática del envejecimiento poblacional. Y que todos somos responsables, en alguna medida, de devolverle al adulto mayor el lugar que le pertenece, a partir de nuestras acciones cotidianas, simplemente porque es su derecho.
“Todas las personas mayores han sido primero niños, pero son pocas las que lo recuerdan” escribió Saint- Exupéry en El Principito.
Intentemos no ser pocos quienes recuerden que, en el mejor de los casos, cada uno de nosotros será también, en un futuro (más o menos cercano según la edad actual), esa persona mayor de la que hoy nos hablan las estadísticas…
[i] Las reflexiones sobre dichos 10 años de diálogos con “Gente Grande” aparecen en el capítulo 6 del libro “Formar profesionales competentes, comprometidos y resilientes” (Vázquez, Silvia Gabriela, EAE, 2017). Publicación disponible en: https://goo.gl/2ksStJ
Lic. Silvia Gabriela Vázquez
Directora de la Cátedra de Responsabilidad Social Universitaria UdeMM
Sec. Académica Red Latinoamericana de Profesionales de la Orientación
-Maestranda en Educación Permanente (USAL).
-Directora de la Diplomatura Interdisciplinaria en Responsabilidad Social y Resiliencia (UdeMM)
-Secretaria Académica en la Red Latinoamericana de Profesionales de la Orientación.
-Directora de la Diplomatura en Educación Superior (UdeMM)
-Autora del libro Formar profesionales competentes, comprometidos y resilientes (Editorial Académica Española, 2017, en prensa) y coautora de Ocho relatos para un mundo mejor-los 8 ODM (Icaria, 2011) y Enseñanza de la Responsabilidad Social Empresarial (I.Licha, PNUD, 2012), entre otras publicaciones sobre Orientación Vocacional, Educación y RSE.
-Integra la comisión evaluadora del Premio Latinoamericano del Foro Ecuménico Social y los jurados de los Premios “Iberoamericanos Corresponsables” y “Acción Social-UPF”.
-Conferenciante y escritora. Publicó cuentos y poemas (en su mayoría, con fines solidarios) en Argentina, España, México, Perú, Chile, Colombia, Cuba, Venezuela, Nicaragua, EEUU y Puerto Rico.
-Obtuvo el 1° Premio en los certámenes Universo Sábato (UNICEN) y Navidad Solidaria (Biblioteca de Castilla), así como distinciones literarias/académicas de: Universal Peace Federation-ONU, Gesta de la Humanidad Ecoética, Limaclara, Letras comprometidas, GEA-SADE, Ministerio de Cultura de la CABA, Secretaría de Cultura de la Nación y Fundación El Libro.
-Presidenta del Foro “Juventudes por el bien común” del Parlamento Cívico de la Humanidad.
-Miembro de Red UniRSE y del Consejo de Personalidades de Fundación Planeta
- Organizaciones responsables y resilientes - 17 enero, 2019
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